El estaba en el
campo del rival mirando al suelo, aproximadamente 35.000 personas se burlaban,
le lanzaban improperios y trataban de hacerlo sentir perdedor. Uno tras otro
habían pasado frente a si los mejores rivales armados con bates y el apoyo de
la multitud, el ya sabia lo que venia.
Sabía que el asunto estaba por llegar a
su fin, no había opción, la multitud rugía y el allí en el centro de todas las
miradas. Antes de bajar la cabeza y cerrar los ojos unos segundos para pedir
ayuda a Dios, alcanzo a ver a un niño que con mala cara y su pulgar apuntando
al suelo le pronosticaba lo peor, un adolescente lo insultaba a todo pulmón y
el que parecía ser el papa de ambos no paraba de desearle que terminara
derrotado.
Estaba en territorio enemigo, rodeado de
gente mal intencionada, sus rivales estaban en frente, pero el era el pitcher
de un equipo que estaba a un solo lanzamiento de ganar el partido y eso
exactamente fue lo que paso (delante de los 35.000 espectadores en las gradas)
La próxima vez que el ambiente no sea
bueno, cierra los ojos un momento pide ayuda a Dios, y luego
¡Levanta la cabeza y lanza! El juego está ganado