martes, 1 de julio de 2008

Como vemos el mundo que nos rodea define que uso le daremos.


Hace un par de Domingos justo el día del padre salí de la iglesia a almorzar con Mai (mi esposa) y mis dos hijos Abi (5 años) y CJj (3 años) y tal como lo hacemos en algunas ocasiones fuimos con una pareja de amigos. Esta vez visitamos un restaurante Colombiano y luego de una bandeja paisa, llevar a los niños al baño, enterarme que en el restaurante no aceptaban cheques, y tratar los cuatro juntos de que la mesera se relajara y sonriera al menos por una vez, nuestros amigos nos hicieron una invitación a la exhibición de botes que había en Miami Beach, “la cual aceptamos” esperamos que llegara su hija de veinte años al restaurante, y algunos minutos después estábamos en la expressway I-95 (autopista sin semáforos o stop) rumbo a la playa. Una vez en Miami Beach, mientras buscábamos donde estacionar (o “parkear” en buen español de Miami) pasamos por una plaza en la que nos llamo la atención una escultura de una mano gigante con muchas personas tratando de subir por el antebrazo, era la primera vez que la veía, así que en un principio me pareció una obra de arte muy creativa e impactante, algunos metros mas adelante, justo en la esquina, alcance a leer que se trataba de un monumento en memoria del holocausto judío, le dije a mi esposa y ambos miramos rápidamente de nuevo, ahora no era solo una obra creativa era un monumental y potente símbolo, nos quedamos callados y de nuevo seguimos buscando puesto.

Al fin entramos a la exhibición de botes y fue una tarde realmente excelente, los niños miraron los botes, se divirtieron, jugaron, rieron. Nuestros amigos tomaron muchas fotos, nosotros igual. Supimos el precio de algunos botes y al entrar a sus cocinas, cuartos y baños entendimos porque cuestan lo que cuestan, un vendedor nos hablo de uno al que le caben 200 galones de gasolina y con el cual se puede dar un buen paseo mar adentro, probamos un nuevo café de starbuck que sirven frío con chocolate y menta, y los niños se montaron en tantos botes como pudieron. Al salir nadie estaba cansado así que decidimos entrar a un jardín botánico que esta justo enfrente de Miami Beach Convention Center y caminar con los niños, conocimos algunas plantas y a mi en lo particular me llamo mucho la atención una serie de esculturas africanas hechas en piedra que también estaban exhibidas allí (recordé que mi abuelo era escultor) una vez recorrido el jardín botánico, notamos que terminamos detrás del monumento de la mano y lo fuimos a ver de cerca.

Ya en el lugar, comprendimos que se trataba de algo mas que una escultura, de hecho podía entrarse al monumento y ver algunas fotos del holocausto, que acompañadas de sus leyendas permiten al visitante ubicarse en la historia y crueldad de esta pagina tan triste de la historia, en una de las fotos se ve una banda de músicos judíos presos, que confinados a campos de concentración y en medio de las vejaciones a que eran sometidos estaban obligados a tocar música en las noches para entretener a los nazis, mas adelante dos fotos de una misma mujer probablemente de la edad de mi esposa; en una aparecía en traje de baño, llena de vida y con rasgos visiblemente femeninos, en la otra desnuda, desnutrida, triste y con ojos que denotaban toda la tortura que había aguantado. En alguna otra foto; prisioneros judíos cavando su propia tumba, en otra soldados nazis burlándose de judíos a quienes le habían quitado sus barbas, en otra mas un montón de cuerpos sin vida. Algo realmente dantesco

Al llegar al centro del monumento: un pasillo que desciende, con arquitectura judía y música hebrea muy solemne, profunda y triste, el pasillo finaliza en una plazoleta redonda desde la cual nace la mano gigantesca cuyo antebrazo esta lleno de personas que tratan de escapar, es la representación de las victimas del holocausto que desesperadas claman por ayuda, y su única esperanza esta en esa mano. El monumento se llama “La mano de Dios”

Cuando terminamos de recorrer el pasillo y llegamos a la plazoleta donde esta el monumento, vimos lo primero con lo que todos los visitantes se topan; la escultura de un niño judío que tirado en el suelo levanta su mano e implora ayuda a quienes entran al monumento.


Lo miro, me conmuevo y pienso: ¿que sentirá un judío cuando entra allí?, ¿que vera un sobreviviente, que al solo tropezar con las fotos de la entrada posiblemente puede sentir el olor de los campos de concentración?, ¿que sentirá un alemán parado justo allí donde yo estaba?, ¿que pensaría un neo comunista de esos que encienden su verbo muy a la ligera contra Israel hoy día?, ¿que tal un descendiente hebreo que en las fotos y los ojos de aquel niño ve algún rastro familiar?… Como vemos el mundo que nos rodea define el uso que le daremos.

Salimos todos igual de compungidos, tomamos algunas fotos más y ya en el pasillo de salida vimos una lista interminable de nombres de victimas, Maike alcanza a leer el nombre de una familia entera, yo encuentro el mismo apellido de unos compañeritos de escuela de mis hijos, su papa es judío y sus rostros lucen como los de las fotos

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Salimos sin palabras y seguimos caminando hasta los carros. Ya a punto de salir, otra vez teníamos hambre y decidimos que en vista de que era día del padre iríamos a comer de nuevo a algún sitio, la hija de nuestros amigos conocedora de la ciudad mejor que nosotros nos guió hasta el Lincoln Road Mall una especie de Boulevard bohemio y nocturno al aire libre y maravilloso para conversar, comer, pasarla bien y sentirse cool, conseguimos una mesa y pedimos algo y mientras llega la orden, en las cercanías de nuestra mesa cada quien parece estar en su mundo a nuestro lado un argentino come con su perro en las piernas, al frente una chica pasa caminando y todos la ven porque tiene una barriga aproximadamente de 8 meses completamente redonda y un vestido rojo, mas allá una pareja, en otro lado una suerte de hippie moderno con trenzas largas y audífonos. Por todas partes los empleados atendiendo las mesas y sonriendo, en una mesa una pareja de norteamericanos de unos cincuenta años que parece genuinamente feliz, en otra mesa dos yuppies miran una palm, no tengo idea de cuantos están hablando por teléfono y otros tantos parecen ensimismados en conversaciones interminables.

Sentado allí estoy feliz de vivir en el sitio en que vivo y de poder usar una tarde para compartir en familia.

Pasa el tiempo y ahora son mas de las 9 de la noche y mientras como, converso y estoy pendiente de que CJj no se caiga de la silla en que se monto y termine de cabeza sobre la comida de alguien mas, puedo ver a un yuppie en ese mismo café del Lincoln Road Mall en Miami Beach mostrándole a un colega su nuevo palm, y como cada cabeza es un mundo infiero lo que están pensando algunos y se me ocurre que en la mesa de al lado esta un misionero americano de cincuenta años con su esposa sonriendo y pensando “Que bueno que este jovencito tenga una herramienta así de útil, Dios le ama y por eso le permitió generar los recursos para comprarlo y así agilizar su trabajo”. En la otra esta un Venezolano de vacaciones con su novia, este inclina la cabeza disimuladamente hacia la mesa del yuppie y se pregunta “Cuanto costara eso, si es barato y me aceptan la tarjeta me lo compro, y me lo llevo a Venezuela no’juegue! para que se queden locos cuando me vean allá con eso”. La mesera que en ese momento le sonríe atentamente al yuppie y a su amigo piensa “Ojala dejen una buena propina ¡porque molestan como si por eso les pagaran, vaya!” Mas allá en otra mesa esta lo que parece ser un empresario mal encarado que seguramente firma Martínez o Pérez pero discute en ingles usando su blackberry, mientras piensa “I need that the waitress leaves the table of those two idiots; and turn to me because I’m hungry” mientras que en el Boulevard un ganguerito también mal encarado piensa en lo que podría fumarse si se roba la Palm y la vende, todo eso al mismo tiempo que en la acera del frente un hombre de pelo largo y desordenado, sin camisa con la mirada perdida y cierto dejo de curiosidad mira el mismo palm y se pregunta ¿Qué vaina será esa?

Otra vez termino con el titulo como vemos el mundo que nos rodea define el uso que le daremos.

Éxito! y recuerden llenar su mente con todo lo bueno para que vean su mundo con buena actitud.
Carlos J. Sivira



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