miércoles, 3 de marzo de 2010

El Valle de las sombras y el aparente descuido de Dios


David paso buena parte de su infancia cuidando animales, mientras sus hermanos hacían cosas para las cuales hacia falta mas valor, tamaño o responsabilidad el era el encargado de alimentar ovejas, protegerlas y llevarlas de un sitio a otro, aunque esta no era precisamente una tarea para la que muchos quisieran presentar su currículo, fue justo allí donde valiosas lecciones de vida que mas adelante compartiría a través de sus escritos.

Entendió que las ovejas son animales muy dóciles y que muestran poca resistencia, y también comprendió que la seguridad de estas a menudo radica en la habilidad del pastor para protegerlas, cuando venia algún animal, era David quien tenia que luchar para cuidarlas, cuando había algún peligro era el quien tenia que guiarlas, cuando alguna se estaba dirigiendo a algún lugar peligroso era el quien tenia que mantenerla en el redil.

En algún punto de su vida y yo sospecho que ya adulto, David escribió un poema que es probablemente uno de los mas leídos en la historia de la humanidad comienza así: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”

Para David estas palabras significaban mucho, no eran un texto preparado para conseguir a algún editor interesado en publicarlo, no las escribió para llenar algún blog o para grabarlas en un álbum, sencillamente esos pensamientos brotaron de su alma como reflejo de su experiencia en ese trabajo de cuidar animales en el campo y su experiencia con Dios, David probablemente ya había atravesado situaciones en las que se sintió en el valle de sombra de muerte y justo en esos momentos tal vez recordó cuando no era oveja sino pastor de ovejas y pensó en las muchas ocasiones que el mismo debió guiar a su rebaño a través de algún “valle de sombra de muerte” un recorrido peligroso, pero no por gusto sino para evitarles algo peor o para guiarles a pastos buenos y delicados o para poder llevarles a un tranquilo arroyo donde alimentarlas, en ese valle de sombra de muerte el pastor de las ovejas no se había descuidado, de hecho el también estaba allí y por eso el pudo escribir “No temeré mal alguno”

En el valle de las sombras Dios también está. Y no precisamente descuidado. La clave esta en no descuidarnos nosotros y poder seguirlo hasta un lugar mejor

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